En el
juicio celebrado el pasado mes de noviembre la dueña de la casa no
reclamó indemnización alguna. "Yo no quiero nada, eran cosas para comer;
que le aprovechen y le sirvan de alimento", afirmó entonces la mujer.
Pero las huellas dactilares halladas en el lugar, el hecho de que el
acusado hubiese usado la "fuerza" para desencajar una ventana por la que
entró en la casa y su condición de reincidente -le consta una pena
firme de 2011 por otro robo- le han valido la condena de tres años y
medio de cárcel que solicitaba la Fiscalía.
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