jueves, 16 de octubre de 2014

Desde Vigo Hortense Ngbapai denuncia la inoperancia de la OMS y la ONU ante el ébola.

Hortense Ngbapai: «La aparición del ébola en mi país me llevó a estudiar microbiología»

Esta congoleña lamenta que no se haya hecho nada antes para frenar la enfermedad

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Cuando Hortense Ngbapai era todavía una niña, una extraña enfermedad comenzó a segar vidas en un área de la selva de Zaire, ahora República Democrática del Congo. Descubrir qué estaba ocurriendo se convirtió en el objetivo de un joven microbiólogo belga, Peter Piot, que viajó hasta aquella remota zona para recoger muestras. Entonces fue la primera vez que se escuchó hablar del ébola, un virus bautizado con el nombre de un afluente del gran río Congo. Han pasado 38 años, pero Hortense no ha olvidado aún aquella primera epidemia que ya entonces acabó con la vida de 280 personas en su país.
«Lo recuerdo perfectamente porque mi padre era médico y, aunque vivíamos lejos de la zona afectada, causó mucho temor entre la población. La República Democrática del Congo tiene un tamaño cinco veces más grande que el de España y el brote fue en una zona del Ecuador. Entonces pudo controlarse», cuenta desde Vigo, donde vive desde hace más de treinta años.
«Aquel episodio fue lo que me empujó a estudiar microbiología», cuenta. Y, aunque las vueltas que da la vida no le dejaron ejercer, no ha perdido el vínculo con su tierra. Tampoco con la tragedia que está ocurriendo ahora en países como Liberia, Sierra Leona y Guinea Conacry, donde el virus ha acabado ya con la vida de 4.447 personas desde que comenzaron los primeros brotes en el mes de enero. «Cuando hablan de una cantidad como esa es que hay muchos más», explica Hortense.
A los 21 años dejó el Congo y llegó a Galicia. «La idea que tenía era hacer un máster para continuar los estudios. Luego quería volver a mi país, pero no pude por la guerra. Tampoco hice el máster porque en Vigo únicamente había Biología marina y aquello no era lo que quería», dice. No pensó en regresar después porque ya en los noventa estalló la primera guerra del Congo y las cosas comenzaron a empeorar en esa parte de África en la que había nacido.
Pero desde la Asociación para la Integración y Desarrollo del Africano (Aida), la oenegé con sede en Vigo que preside, no ha dejado de seguir lo que está ocurriendo en su continente con el ébola. «Lo que es triste es que la Organización Mundial de la Salud y la ONU no hayan comenzado a tomar medidas serias de lucha contra el virus hasta que no ha infectado a un occidental», dice. Con eso, añade también, no quiere que sus palabras sean mal interpretadas porque da un gran valor al trabajo que los religiosos realizan en el continente. Lo que critica es que no se hayan preocupado por el personal que ha trabajado con ellos codo a codo, que lo hayan dejado allí. «De haber sobrevivido a la enfermedad, a estos religiosos no les habría gustado nada ver lo que les ha ocurrido a las personas con las que han estado», explica.
Zona cero
Aunque ahora su país no sea uno de los más afectados no olvida el dolor que tienen que estar pasando en la zona cero. Lo que le indigna es que no se haya comenzado a mover la maquinaria mundial de lucha contra el ébola antes. En este sentido, explica que esta nueva oleada comenzó a ser denunciada por Médicos sin Fronteras, Médicos del Mundo y otras oenegés que trabajan en la zona ya en enero, pero no han hecho ningún caso hasta ahora. «Empezó poco a poco, pudo atajarse, ahora es muy tarde», dice.
Reino Unido y Estados Unidos han anunciado ahora que construirán espacios para tratar la enfermedad, pero organizaciones médicas denuncian que solo un 20 % de la ayuda prometida está llegando.
Hortense Ngbapai llegó a Vigo hace tres décadas. xoán carlos gil
Lo que está ocurriendo allí -quiere destacar- es muy grave. «Hubo un caso de un enfermo cuya familia quedó aislada en casa y acabaron muriendo de hambre porque la gente no quería ir a llevar alimentos», dice. Todo eso está ocurriendo. Es una realidad. No es cuento.
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