sábado, 21 de septiembre de 2013

Unha radio comunitaria en A Coruña. CUAC FM.

Compartimos a experiencia da radio comunitaria CUAC FM que demostra que é posible traballar con outros medios e fins (tamén nos medios de comunicación). O que se publica a continuación é un extracto da entrevista publicada en www.praza.com. 


En outubro, sexa de forma legal ou alegal, Cuac FM (103.4) comezará unha nova tempada de emisións, a décimo oitava, mantendo os seus obxectivo de ser unha canle aberta para que calquera persoa ou colectivo poida emitir un programa de radio. As novas propostas de programas e contidos que se realicen na asemblea do sábado e nos días seguintes uniranse aos 406 programas que a emisora suma en case dúas décadas. As emisoras comunitarias, moi numerosas e recoñecidas legalmente na meirande parte de Europa, non son ilegais en España, senón que se atopan nunha situación de alegalidade, recluídas nunha grella radiofónica dominada polas emisoras comerciais que decote invaden as súas frecuencias e que maioritariamente emiten en cadea dende Madrid, reducindo ao mínimo as emisións realizadas en Galicia ou en galego.

(...)

Cal foi para ti o mellor e o peor momento en Cuac nestes anos?
O peor o peche de maio de 2002, que nos tivo fora das ondas até o 1 de outubro de 2003. Non deixamos de traballar para volver, pero estivemos preto de desaparecer. Non tiñamos plan B nin nada parecido. O que pasa é que o que non te mata, faite máis forte. Agora temos plan B, C, D... O mellor momento, cando ves a cara de tensión e ao mesmo tempo de ilusión de cada programa que comeza. Impagable. Quen levamos moito en Cuac temos decenas ou centos de mellores momentos. Sen dúbida o mellor deste tinglado son as persoas.
Sentides que tedes o apoio da cidadanía, dos colectivos sociais da Coruña e arredores?
Cada vez máis. Nos últimos anos formamos parte da paisaxe e pensamos que pouco a pouco se vai asentando a idea que nós lle propoñemos á cidade: que Cuac non é da xente que está na emisora nun momento concreto, senón que é patrimonio da cidadanía da Coruña. Hai que dicir que temos sorte de que na cidade hai un extraordinario tecido asociativo, traxicamente invisibilizado, que sempre está disposto a botar unha man. Cuac o que pretende é estar a altura dese compromiso.


 "En Francia, hai 600 emisoras comunitarias que contribúen a prestar este servizo, nunha illa coma Malta hai 40, nun pais pequeno coma Dinamarca 140, en todo o Estado español pasamos por pouco dos 100"

viernes, 20 de septiembre de 2013

Niños y padres que se rebelan en O Pelouro


Padres y alumnado ante la puerta del centro O Pelouro de Caldelas, en Tui. // E.G.

El Centro de Innovación Psicopedagógica O Pelouro de Caldelas (Tui) ha tenido que cerrar las puertas a unos 40 alumnos y alumnas matriculados en ESO, al retirarle la Xunta de Galicia este nivel de enseñanza, alegando que la inspección técnica ha detectado deficiencias que no se solventaron (modificaciones en instalaciones como tipo de puertas o escalera de incendios). 





El grupo de familias afectadas por esta decisión, que conocían ayer, manifiesta que "como padres, la Constitución Española nos ampara y tenemos derecho a elegir el centro para educar a nuestros hijos".
Aseguraron los padres y madres que no van a matricular a los escolares en otro colegio, como aconseja la Xunta, pues muchos de ellos han dejado trabajos y domicilios para trasladar su residencia a Caldelas o alrededores, con el objetivo único de que sus hijos se eduquen conforme el proyecto educativo con el que nació el centro O Pelouro, que es un referente a nivel internacional.

Los alumnos afectados habían formulado su prematrícula en el pasado mes de mayo y en estos momentos se encuentran con que no pueden acceder al centro, pues la dirección se arriesga a una sanción, si se les permitiese hacerlo.

"El 50 por ciento de los padres no somos de aquí. Hemos venido expresamente para que nuestros hijos estudien con el modelo educativo de O Pelouro. Creemos en el proyecto con que se creó. Venimos de Andalucía, León, Santiago, Ponferrada, Ferrol, Pontevedra" y otros lugares de la zona, contaron.


Fte: extracto de www.farodevigo.es

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Ningún goberno asumiu responsabilidades políticas polas vagas de lumes

Fte: extracto de praza.com


Máis de 600.000  hectáreas queimadas en Galicia nos últimos 23 anos, desde que se puxo en marcha o servizo de defensa contra incendios forestais. É "o equivalente á provincia de Ourense", tal e como aclara CCOO, o autor do informe no que se aclara que foron máis de 188.000 lumes os que provocaron esta desfeita no monte galego e que supuxo un custo de 1.362 millóns de euros.
Foron, en concreto, 613.000 hectáreas as que arderon, uns 613.000 campos de fútbol que sufriron os lumes nunha Galicia que posúe o 7,7% da masa forestal do Estado, pero que sofre o 45% dos incendios, tal e como destacou o coordinador do sector da Administración Autonómica do sindicato. "Ningún goberno soubo interpretar este dato en termos de política forestal", engadiu.

Unhas 26.700 hectáreas arden anualmente en Galicia (contando as 17.000 deste ano) desde hai máis de vinte anos, cuns 23 lumes ao día e 98 por xornada se se ten en conta só o período de máximo risco, unhas cifras que arrepían máis de atender aos datos que CCOO achega desde o ano 1978. Daquela, o territorio queimado equivalería ás provincias de Pontevedra e Ourense xuntas.  


martes, 17 de septiembre de 2013

Costa Concordia


RISGA Y POBREZA




El censo de las familias que cumplen los requisitos para ser consideradas en riesgo de exclusión no deja de crecer. Así lo acredita el balance de beneficiarios de los programas de emergencia social, un termómetro infalible para medir el calado del impacto de la crisis. El de los beneficiarios de la renta autonómica de integración (risga) es revelador. Solo durante el primer semestre de este año, los perceptores de ese subsidio aumentaron un 33 %, al pasar de 6.346 entre enero y junio del año pasado a 8.448 en el presente.


Fte: extracto de www.lavozdegalicia.es

viernes, 13 de septiembre de 2013

Enhorabuena revista solidaria Autogestión

Desde el partido SAIn felicitamos a este medio de comunicación que ya tiene en la calle su número 100, lo que equivale a ,20 años al servicio de los últimos de los más necesitados, de los que los poderosos no quieren ni mentar, de los que los medios de comunicación al uso silencian, manipulan a su conveniencia y antojo.

La revista  Autogestión es el mejor referente que existe en España como lucha y permanencia para generar una conciencia y opinión pública al servicio de una revolución cultural que lleve a exigir una política honrada, una política que se plantee políticos que no busquen "ganar" sino "perder". La política que dará respuesta a los problemas de las personas no mira el interés personal, el interés general sino el bien común.

"Este mundo de hambrientos, de parados, de explotados, sólo tiene remedio desde la Solidaridad"
                                                                        ( Julián Gómez del Castillo, militante del partido SAIn)

lunes, 9 de septiembre de 2013

NCG Banco obligado por el Tribunal Supremo devuelve 39 millones

Novagalicia Banco devolverá 39 millones de euros a sus 90.000 hipotecados con suelo

  • La entidad financiera abonará 19 millones de euros a sus cuentas y restará otros 20 del capital pendiente de sus préstamos el próximo 9 de septiembre
  • Pagará además un 4% de interés de forma voluntaria y por la demora producida
  • Afecta al 49% de su cartera de créditos firmados con personas físicas
NCG Banco (Novagalicia Banco) reintegrará el 9 de septiembre un total de 39 millones de euros a 90.000 de sus clientes por la eliminación de la polémica cláusula suelo en sus hipotecas, según ha informado el banco en un comunicado. Devolución económica que responde a la sentencia del Tribunal Supremo (TS) que obligaba a la entidad a quitar esta cláusula de sus contratos a partir de la fecha en la que se dictó el fallo, el 9 de mayo.
De estos 39 millones, los clientes verán abonados en sus cuentas corrientes 19 millones de euros y los otros 20 millones se restarán del capital pendiente de sus préstamos. La entidad ya anunció que eliminaría las cláusulas suelo de sus hipotecas en junio con efectos retroactivos desde el 9 de mayo y ha resuelto en dos meses el proceso de recálculo y aplicación simultánea de la medida a todos los clientes beneficiados.
Aclara que ha tenido que desarrollar un complejo proceso tecnológico
Al pago de los 39 millones correspondientes de la diferencia de cuotas a pagar con y sin cláusula suelo, NCG Banco añade el abono a sus clientes de un 4% de interés de forma voluntaria y en concepto de compensación por la demora producida a causa del complejo proceso tecnológico realizado en estos meses.
Tras esta operación, las cuotas hipotecarias correspondientes al mes de septiembre, a pagar en octubre por los clientes de las citadas 90.000 hipotecas, ya excluyen la cláusula suelo comercializada por las antiguas cajas que conforman ahora NCG Banco. El banco señala que, además, sus clientes hipotecarios se ahorran la diferencia de intereses y cuotas a partir de ahora y durante toda la vigencia de su crédito hipotecario.
La eliminación de la cláusula suelo beneficia al 49% de la cartera de créditos con personas físicas del banco, por un total de 6.600 millones de euros de financiación hipotecaria.
La medida de la eliminación de las cláusulas suelo fue adoptada por la entidad tras recibir la contestación a la solicitud de aclaración de la sentencia dictada por el TS resolviendo un recurso de casación, ha recordado la entidad.
El adiós del suelo tendrá un impacto de 48 millones en sus resultados de 2013
El máximo órgano jurisdiccional se pronunció declarando nulas las cláusulas de limitación de tipo de interés a la baja (conocidas como cláusulas suelo). Esta eliminación tendrá un impacto de 48 millones de euros sobre los resultados de NCG Banco en 2013. BBVA y Cajamar fueron las otras dos entidades señaladas por el Supremo.

lunes, 2 de septiembre de 2013

La Marea entrevistó a Moisés Mato, del partido SAIn, sobre el Imperio Inditex. Este es el artículo que publicaron en el número 8

 Tánger, Bangladesh, India. Lugares donde se ha denunciado que Inditex explota a sus trabajadores, no parecen tan lejanos cuando se accede al pequeño taller subcontratado por el imperio textil donde una docena de mujeres ya mayores se afanan sin descanso ante sus máquinas de coser.
Pese a estar situado en la carretera de A Coruña a Santiago de Compostela, el local es discreto. Desde el exterior, se antoja difícil averiguar para quién trabajan estas obreras. No hay ningún cartel comercial fuera; está a la vista de todo el mundo, pero nadie repara en él. Algunos coches paran junto a la entrada; otros lo dejan atrás, indiferentes.
Dentro, lo primero que llama la atención es el olor penetrante que, en ocasiones, hace el aire casi irrespirable. Apesta a producto químico, a los tintes industriales con los que se visten de colores las prendas producidas por este emporio levantado casi de la nada por Amancio Ortega –el hombre más rico de España y el tercero del mundo según la revista Forbes, que valora su fortuna en 57.000 millones de dólares (unos 42.000 millones de euros)– y su exmujer, Rosalía Mera, fallecida el 15 de agosto. Por los rincones del taller, cientos de prendas esperan a ser cosidas o montadas y transportadas a la fábrica principal, en Arteixo, a sólo diez kilómetros de A Coruña.
Las 12 costureras trabajan durante todo el día, paran a comer y luego, diez minutos más a las 10.00 y a las 17.00 horas para fumar o tomar un café. Estas costureras, cuya única fuente de ventilación es la puerta entreabierta que da a la carretera, han contribuido a que Ortega amasara su enorme riqueza. Su trabajo depende, única y exclusivamente, de lo que les pide Zara –el buque insignia de Inditex– pero no están en nómina de la empresa: son autónomas. La pequeña cooperativa que han puesto en pie es una de las decenas de empresas subcontratadas por el emporio textil, que asienta una parte de su producción en ellas.
La apariencia y estructura de estos talleres es casi siempre la misma. Muchos están en la carretera que conduce hasta la inhóspita Costa da Morte, la misma vía que lleva a la sede central de Inditex. Como el taller de la puerta entreabierta, estos locales son, prácticamente siempre, bajos comerciales con ventilación deficiente.


Entrada de un taller subcontratado por el emporio gallego en A Coruña. T.M.
Las críticas a la indiferencia de los responsables de Inditex ante las condiciones laborales de las trabajadoras en los talleres en los que externaliza (subcontrata) su producción, en España y sobre todo en otros países, han adquirido tintes de horror en los últimos meses. El 27 de enero un incendio en una fábrica clandestina de Bangladesh provocó la muerte a siete operarios. Entre las cenizas aparecieron restos de etiquetas de marcas de Inditex (Bershka y Lefties). Aunque poco después la empresa anunció haber roto su contrato con los proveedores bengalíes, la polémica era ya imparable, sobre todo porque, tres meses más tarde, el 24 de abril, otro incendio en la capital de ese país, Dacca, acabó con la vida de 1.050 trabajadores en otra fábrica en la que producían marcas europeas como Primark, Benetton y El Corte Inglés.
Estas muertes, junto a las denuncias de gobiernos como los de Brasil y Argentina contra el imperio de Amancio Ortega, han hecho que se alcen voces que cuestionan el modelo de negocio de una empresa que, ya en los 90, apostó por deslocalizar su producción en el Magreb y en países asiáticos.
La forma de trabajar de Inditex ya a se había ensayado en A Coruña. Víctor la conoce bien. Siguiendo la estela familiar, este coruñés de mediana edad, tuvo una empresa de confección que trabajaba para la compañía de Ortega. Él tenía un taller y su madre otro, aunque les prohibían intercambiar trabajo. Hace seis años tuvo que dejarlo. No podía más.
“Los talleres”, recuerda Víctor, “no tienen ningún tipo de acuerdo ni contrato con la empresa. Ellos te van mandado trabajo sobre pedido y tú se lo haces. Pero sin un día deciden que no les sirves, te bajan la carga de trabajo y tienes que cerrar”.

A finales de los 90, en los alrededores de A Coruña había más de 30 talleres trabajando para Inditex. El negocio era sencillo: alguien compraba unas máquinas, alquilaba un bajo comercial, montaba una sociedad limitada y contrataba a veinte personas, normalmente mujeres de mediana edad. Sin rastro de medidas de seguridad ni, en muchas ocasiones, derechos laborales. Se trataba de locales sin ventanas ni calefacción. En algunos casos eran garajes o la propia casa. Cualquier lugar era adecuado para atender a la demanda de producción de esa multinacional que estaba naciendo. La exigencia de exclusividad
La persona encargada del taller, que a la vez trabajaba en él, se hacía cargo de los gastos de personal y de la maquinaria. Inditex, que les exigía exclusividad, les iba proporcionando trabajo y ellas se encargaban de confeccionar las prendas a cambio de un dinero pactado, generalmente por debajo del precio de mercado.

Una fuente conocedora del sector, que prefiere mantener el anonimato, confirma que “una prenda que se haga para cualquier otra empresa se paga un 50% más cara que las de Inditex, tranquilamente”.
Ahí nacía la explotación. Víctor lo confiesa: “En ocasiones, los horarios eran de 8 de la mañana a 8 de la tarde, con media hora para comer y sin cobrar horas extras, por supuesto. Si venía más carga de trabajo tenías que aprovecharla”. Del mes de vacaciones mejor olvidarse ya que el emporio textil exige producción durante todo el año, así que la mayoría de los pequeños talleres repartían unos quince días de vacaciones en los 12 meses.
Inditex no controlaba, y tampoco lo hace ahora a juzgar por las declaraciones recogidas en este reportaje, esas condiciones laborales. “Sólo les preocupa la calidad del producto y que se haga todo con rapidez. Además, como te quieran putear, te putean e incluso te pueden obligar a cerrar el taller, dejando a los trabajadores en la calle”, asegura.
Eso fue lo que sucedió con la deslocalización de la producción a otros países. Víctor pone como ejemplo Tánger, en Marruecos. “Allí, mi hermana está trabajando en control de calidad de fábricas que trabajan para ellos y las condiciones que ve no se permitirían aquí”. Para él, “no deberían dejar que ese trabajo llegase a España” porque es fruto de la explotación.

Las responsables de los talleres subcontratados se quejan de que son ellas las que deben asumir todos los riesgos. Para empezar la inversión inicial que, para un taller de veinte costureras, ronda los 70.000 euros.
“Para ellos [Inditex] es muy cómodo. Trabajan sin stock y según pedido, además de con prisas y exigencias. En cambio somos nosotras las que asumimos el riesgo de contratar a gente, de hacer horas, de comprometernos que el trabajo llega a tiempo. Vivimos en tensión. Si no cumplimos, nos bajan la carga de trabajo y tenemos que cerrar”, asegura una de ellas que no se atreve a dar su nombre.

Víctor lo corrobora: “Lo tienen muy fácil. Castigan a alguien y le obligan a cerrar. Te pueden echar para atrás prendas, pedirte muestras, darte menos trabajo… pero tú sigues con la misma plantilla y además trabajas sólo para ellos, con lo cual se acumulan las pérdidas y como no tienes solvencia económica, debes cerrar a los cuatro o cinco meses”. Mientras tanto, ellos “tienen cero riesgos, se llevan la producción fuera tranquilamente y sin pagar nada a nadie. Es un modelo cojonudo para hacer dinero”, sentencia.
Este modelo de negocio, el “modelo Inditex”, trasplantado a países como Marruecos, es el que denuncia el partido SAIN (Solidaridad y Autogestión Internacionalista), ocupado en sensibilizar sobre el uso de niños en la confección de productos textiles.
Uno de sus miembros, Moisés Mato, apunta directamente a Amancio Ortega, el fundador de la multinacional, al acusarle de “haber creado un método de trabajo que, aunque no es exclusivo de Zara, sí ha ido más allá al revolucionar el ritmo de trabajo. La empresa llega a inaugurar una tienda al día, y esto es gracias a ese sistema de externalización tremendamente flexible y preciso que recae sobre las espaldas de los trabajadores y trabajadoras en forma de más esclavitud”.
En mayo del año pasado el canal público francés France 2, emitió un documental sobre el trabajo infantil en el que destapaba como, en la India, niños trabajan en condiciones inhumanas para diferentes empresas, entre ellas Inditex.
Unos meses antes, la ong Setem publicó su informe La moda española en Tánger: trabajo y supervivencia de las obreras de la confección, donde denunciaba que las trabajadoras de talleres que producían para Inditex acumulaban hasta 65 horas a la semana ante una máquina de coser. Algunas no cobraban ni siquiera el salario mínimo marroquí: 178,72 euros mensuales. El objetivo, una vez más, era el de hacer frente a esa desmesurada demanda de producción que la empresa por sí misma no puede o no quiere cubrir. Y eso que la sede central de la compañía, en Arteixo, ocupa 600.000 metros cuadrados. En ella trabajan 3.500 personas en fábricas que son como pequeñas ciudades. Los trabajadores llegan en autobuses y pasan allí sus ocho horas. Tienen comedor y lugares para pasear. Para llegar hasta allí, ningún cartel. Nada que anuncie que en ese polígono está el corazón de la empresa que el año pasado facturó más de 15.000 millones de euros. En la puerta del complejo un pequeño cartel reza ”Inditex”.
La compañía niega las acusaciones de indiferencia ante las condiciones de los trabajadores que subcontrata y asegura que desde el año 2001 dispone de “un código ético que prohíbe explícitamente prácticas como el trabajo forzado o de menores”. Además, defiende que “sólo en los dos últimos años se han realizado casi 6.000 auditorías en fabricantes y proveedores del Grupo”.
Los responsables de los talleres coruñeses niegan estas auditorias. “A ellos sólo les interesa la calidad, lo demás les da igual”. Pero desde el gabinete de comunicación de Inditex se insiste en que sus 1.434 proveedores “deben cumplir estándares mínimos de comportamiento ético basados en el respeto a los derechos humanos y laborales”.
“Reputación y liderazgo”
Inditex recuerda que la empresa ha firmado numerosos acuerdos sobre seguridad laboral, entre ellos uno este mismo año, el Acuerdo sobre Seguridad y Contra Incendios para mejorar “las condiciones de salud y seguridad en la industria textil de Bangladesh”. El portavoz de la compañía también resalta que es “la empresa con una mejor reputación, liderazgo y que muestra una mayor responsabilidad social corporativa”.

La multinacional tiene, en la actualidad, 120.314 empleados en todo el mundo (30.000 más que hace cinco años), un tercio de ellos en España. Todas las marcas del grupo (Zara, Massimo Dutti, Stradivarius, Bershka, entre otras) se distribuyen en 6.009 tiendas, 482 más que hace un año.
Su fundador, Amancio Ortega, es cada vez más rico y dispone del 60% de las acciones de la compañía. Hablar de Amancio Ortega o Rosalía Mera en A Coruña es casi un tabú. Los tentáculos del conglomerado de sus empresas llegan a casi todos los ámbitos de la sociedad. Quien no trabaja para ellos, conoce a alguien que sí lo hace, directa o indirectamente.
Nadie quiere hablar con la excusa de que Inditex “da trabajo a la gente”. Y eso pese a que cada día cierran más talleres subcontratados, o precisamente por eso. Producir para el imperio textil sigue siendo rentable, así se entiende que “cada Navidad, muchos encargados llevan regalos a los jefes de Arteixo, para que les den buen trabajo”, comenta un exresponsable de un taller. Por la ciudad circulan varios mitos halagadores sobre Ortega. El más extendido es el que asegura que cada día come con sus trabajadores en Arteixo. La anécdota se completa con un: “¡Es que es muy campechano, muy sencillo!”.
A su exmujer, Rosalía Mera, le llovían también las alabanzas. A su entierro acudieron representantes de la sociedad civil y política coruñesa, el presidente de la Xunta de Galicia, Núñez Feijóo incluido.
El poder de Amancio Ortega se ve reflejado en los medios de comunicación a los que Inditex deja mucho dinero en publicidad. Un ejemplo revelador: en marzo de este año periodistas de France 2 interrogaron en una rueda de prensa al director de la compañía, Pablo Isla, sobre las acusaciones de explotación infantil. Las preguntas indignaron al presidente. Al día siguiente el titular más repetido por la prensa española fue: “La televisión pública francesa intenta boicotear los resultados de Inditex”.
A ese miedo que llega a todos los ámbitos tampoco son ajenos los trabajadores. María (nombre ficticio) que trabaja en uno de los talleres que producen para Inditex sólo contesta a través del teléfono y de forma indirecta. Evidentemente, pide que no se publique su nombre real “para evitar problemas”. Cuando se le pregunta por la seguridad laboral se hace el silencio. En ese momento, se acaba la entrevista.
Su caso es paradigmático del oscurantismo que rodea a Inditex. Los talleres subcontratados están a la vista de todos, pero nadie habla de sus condiciones de trabajo. En Galicia se impone el silencio sobre Amancio Ortega y el imperio del hombre más rico de España. Es el modelo Inditex.

 Fte: Revista La marea