Lugo tiene en este momento dos poblados chabolistas. En el de O Carqueixo, que nació hace varias décadas en el extrarradio de la ciudad, viven decenas de familias gitanas. El segundo dio sus primeros pasos hace apenas unos meses en el barrio de Paradai de Abaixo, a menos de un kilómetro de la muralla patrimonio de la humanidad. Se trata de un campamento improvisado con tablas, palés y plásticos que crece sin prisa, pero sin pausa. En este momento malviven en él más de una decena de inmigrantes rumanos que todos los días, mañana y tarde, suben al centro para pedir limosna en las calles y semáforos de la urbe.
«Antes de esto no nos conocíamos, pero ahora estamos en una situación parecida y nos juntamos por seguridad, sobre todo para la noche», añade Álex, 25 años.
«Si tú estás en otro país, quedas sin trabajo y duermes en la calle, estás mejor con otro de tu país que con alguien que ni habla tu idioma», explica, antes de relatar que cambió su Rumanía natal por Galicia hace tres años, cuando un amigo que ya estaba en la comunidad le ofreció un empleo en la madera.
Álex taló árboles en los montes lucenses y ourensanos dos años, pero al tercero se acabó el trabajo. «Tenía una habitación, pero cuando te quitan el trabajo no tienes con qué pagar alquiler y quedas en la calle». Junto a él está su mujer, María, que llegó sin papeles y tampoco encuentra empleo.
«Nuestro país está mucho peor; no pensamos en volver aún». María, de 20 años señala que con las monedas que les
dan en la calle comen. «Aunque no todos los días», afirma.
Fte: extracto de Lavozdegalicia.es
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