En la mitad del siglo pasado, en torno a 1950, surgieron a nivel internacional diversas declaraciones que defendían los Derechos Fundamentales del Ser humano, esto es, derechos positivos, inherentes a la propia naturaleza del hombre, que bajo ningún concepto debían ser cuestionados y que todos los seres humanos debían gozar.
El derecho a la salud fue indiscutiblemente uno de esos derechos fundamentales y básicos. Sin él, es difícil o imposible acceder a otros derechos más complejos como es el social y el político.
Es por ello que no sólo en las Declaraciones Universales el derecho a la salud aparece entre los primeros derechos fundamentales, sino también en las constituciones o cartas magnas que vertebran las distintas normativas nacionales y que finalmente acaban asumiendo las distintas estructuras de gobiernos regionales y locales, más cercanas al usuario de todo servicio de salud.
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos este derecho viene desarrollado en el Artículo 25: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios.”
Este nuevo gobierno nos llevará más para atrás todavía en relación al respecto a los derechos fundamentales de las personas. Como se puede constatar por las delcaraciones aparecidas en la prensa el día 23.
Bajo el pretexto del ahorro justifican medidas como esa, pero no se plantean acabar con sus privilegios, que a pesar de la imágen de austeridad, siguen llevando una vida muy superior a la de los parados, explotados, desahuciados a los que dicen servir...
Desde el SAIn exigimos que antes de recortar el servicio sanitario a los más débiles eliminen el complemento de sus pensiones, la duplicidad de funciones administrativas, los indultos a los banqueros, exenciones fiscales a las empresas de inversión, que recorten el fraude fiscal (la mayor parte de grandes empresas y fortunas), la diferencia entre los impuestos indirectos (IVA, GASOLINA...) y los impuestos directos (IRPF... etc) Haciendo que paguen más los que más tienen. Luego veremos cómo queda el panorama.
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