jueves, 22 de marzo de 2012

«Cuanto más se da de comer al nacionalismo, más hambre tiene»

Los partidos nacionalistas, afirma, caracterizan el federalismo español

Los rostros del federalismo, la última obra de Blanco Valdés, hace un recorrido por los ejemplos más paradigmáticos de este sistema hasta recaer en el modelo español, un modelo con una peculiaridad que lo caracteriza, «la existencia de partidos nacionalistas», apunta el catedrático.

-¿Existen nexos comunes a todo federalismo?

-Bajo la denominación general de federalismo se esconden realidades plurales y que son distintas. Todos tienen un elemento fundamental, ya que todos cuentan con autogobierno más gobierno compartido. Pero cuando uno acerca la lupa a los Estados federales comprueba que son productos de la historia de cada país, de las características geográficas o de la población. Hay un elemento común y diferencias sustanciales. La preocupación que me lleva a escribir el libro es situar a España dentro de este mapa. Partimos de que es un sistema federal y justificamos esa tesis.

-¿Funciona mejor un sistema federal por agregación o por desagregación?

-En sentido estricto los Estados federales lo son por agregación. Es una técnica para construir Estados, no para descentralizarlos. En el caso de los federalismos por desagregación, cuyos paradigmas son España y Bélgica, es una técnica que se utiliza para descentralizar un Estado que existe. En estos federalismos hay una diferencia importante, la preocupación por esta descentralización.

-¿Nacionalismo y federalismo son antagónicos?

-Son antitéticos. El federalismo trata de hacer compatible la diversidad con la unidad. Es decir, tenemos diferencias pero queremos permanecer unidos. El nacionalismo aspira a otra cosa, a tener un Estado. No hay ningún nacionalismo que no aspire a eso. Aspira a lo contrario del federalismo, a romper ese Estado y crear otros nuevos. En España reina una confusión que es conveniente desvelar, porque oímos la reivindicación federal en boca de personas que utilizan este nombre en vano. El plan Ibarretxe no tenía nada de federal.

-Recoge en el libro que el Consejo de Estado alertó de que el traspaso de competencias a las autonomías ha llegado a su límite.

-Y lo hizo antes de que se llevase a cabo el Estatuto de Cataluña en un dictamen de una extraordinaria rigurosidad. En él se dice que hemos llegado probablemente al límite de la descentralización competencial, y todo lo que sea pasar de aquí, posiblemente va a suponer una ruptura del modelo constitucional. Y eso es lo que ocurre en Cataluña, con un Estatuto que es un disparate político.

-¿Hay que devolver competencias?

-Es difícil pensar en una devolución de competencias sin una reforma general del Estado. El problema no es tanto la devolución de competencias sino tener una cartera de derechos fundamentales que sea igual en todo el territorio. No es razonable que haya distintas carteras sanitarias y en temas fundamentales como educación deberíamos redefinir el modelo.

-Afirma que el problema nacional se complica cada vez más. ¿Hasta qué punto?

-Es como el monstruo al que cuanto más se le da de comer, más le crece la barriga y más hambre tiene. Países como Italia admiran profundamente el caso español, pero no entienden algo. Y es que a medida que hemos ido descentralizando los nacionalistas no solo no están contentos, sino que el umbral de reivindicación aumenta.

-¿Y cómo acabará?

-De no girar el Partido Socialista de Cataluña, antes o después tendremos un problema serio. El PSOE ha pasado de ser uno de los partidos fundamentales en la construcción del Estado autonómico, con Felipe González, a uno de los partidos fundamentales en la demolición del Estado autonómico.

-¿En qué situación se queda el nacionalismo gallego?

-La fragmentación es para el nacionalismo gallego una catástrofe, que ha sido fruto, de una parte, de quien controla el Bloque, para entender los cambios del país. De manera inmediata van a tener un problema, porque si se presentan separados será un desastre electoral.

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