miércoles, 11 de diciembre de 2013

Retazos de la charla de Blanco Valdés del lunes 09 de diciembre en el Ateneo de Santiago.

 
 Roberto Blanco Valdés enumeró «multitud de causas» para que la Constitución, en su trigésimo quinto aniversario, «sea vista por la gente como algo que hay que reformar»: el paso del tiempo, la corrupción, los movimientos secesionistas, el descrédito de instituciones clave, el cambio de postura sobre la monarquía en ciertos partidos, la crisis económica… Sin embargo, advirtió: «Es cierto que el país tiene una cantidad enorme de problemas, pero casi ninguno de ellos se resolvería cambiando la Constitución. [...] De hecho, solamente uno haría altamente recomendable una reforma: el territorial». Pero, para esa tarea, no se da el consenso exigible.
Porque -sostuvo- sí se podría abordar la modificación de la ley de leyes a fin de mejorar la descentralización del Estado, estabilizar el sistema de reparto competencial y engrasar los mecanismos de solidaridad entre las comunidades, entre otras cuestiones, pero eso no satisfaría las ansias asimétricas de vascos y catalanes. Y las pretensiones de estos últimos no son las del resto. De modo que mejor no menearlo.

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