viernes, 31 de agosto de 2018

Alcalde de Riace en huelga de hambre

El  Alcalde de RIACE comenzó el 2 de agosto una huelga de hambre como protesta por la falta de envío de los fondos destinados a la acogida de las personas migrantes por parte de la Prefectura di Reggio Calabria y del Ministerio del Interior Italiano, que pone en peligro todo el programa de acogida.

Facilitamos un vídeo, que ya ha sido proyectado en Santiago, sobre el trabajo realizado por este Alcalde, Domenico Lucano, que demuestra que desde un ayuntamiento se puede hacer mucho más de lo que se está haciendo. Es una oportunidad verlo porque ya no aparece en youtube.
https://www.youtube.com/watch?v=ggY6203AFtU&feature=youtu.be


viernes, 17 de agosto de 2018

Falsos autónomos, verdaderos esclavos


https://www.lavozdegalicia.es/noticia/vigo/vigo/2018/08/16/falsos-autonomos-verdaderos-esclavos/0003_201808G16P26992.htm

Ayer se publicó  esto en La Voz de Galicia.

Vigo ciudad
Falsos autónomos, verdaderos esclavos
Los «riders» gallegos, repartidores de plataformas de mensajería, trabajan 13 horas al día, geolocalizados, penalizados por cada minuto de retraso, y les pagan 2,5 euros por entrega
.Repartidores vigueses de Glovo, una de las empresas demandadas ante la Inspección de Trabajo
Repartidores vigueses de Glovo, una de las empresas demandadas ante la Inspección de Trabajo M.MORALEJO

Richi acaba de salir del hospital. Hace unos días tuvo un accidente cuando hacía un servicio de reparto para una plataforma de servicio de entrega a domicilio en Vigo. Acabó con la moto metida debajo de un camión. Le llamaron de Barcelona para preguntarle «si le había pasado algo al pedido», cuenta Fernando (nombre ficticio), uno de sus 50 colegas que trabajan en esta actividad en el área de Vigo.

El repartidor herido pasará al menos veinte días de reposo obligado. Durante ese tiempo será penalizado por la plataforma, perderá todos los puntos acumulados hasta ahora y tendrá que volver a empezar de cero. «Si bajas puntuación, no te dan pedidos. He visto a gente muy hundida pendiente de la aplicación a todas horas esperando un encargo», cuenta Fernando, uno de los riders más veteranos, capaz de relatar mil y una prácticas que demostrarían ante cualquier tribunal su dependencia laboral de esta empresa, para la que trabaja como falso autónomo, aunque en su contrato figura el término de TRADE (Trabajador Económicamente Dependiente).

Fernando descansa unos minutos, sin desconectar la aplicación ni un segundo. «¿Ves? -dice mostrado un mapa en su móvil, sobre el que un punto vibrante señala la dirección de La Voz de Galicia en Vigo, en donde se encuentra en ese momento-, saben que estoy aquí», afirma.

Lo que quepa en la mochila

Con él han venido Mario y Roque (también nombres supuestos), compañeros de actividad. «Estamos geolocalizados en todo momento. Si te detienes a mitad de camino cuando vas de reparto, te llaman; si te desvías del trayecto, te llaman... Es muy estresante», cuenta Mario.

Los tres repartidores están dados de alta como trabajadores autónomos. «Con la tarifa de 50 euros más o menos las cuentas van saliendo. Pero esa ayuda al año se acaba, y tienes que pagar la cuota, la gasolina... Va a ser difícil», explica Mario, que utiliza como medio de reparto su propio vehículo.

En el caso de Glovo, los trabajadores pueden utilizar para el reparto la bicicleta, la moto o el coche. Según consta en el contrato, el tiempo máximo de entrega es de 50 minutos una vez realizado el pedido.

La carga máxima también está regulada por contrato: diez bultos, o lo que quepa en la mochila y que no sobrepase los ocho kilos de peso. Pero eso es sobre el papel. «El otro día me mandaron a un supermercado a hacer una lista de la compra. Había garrafas de agua, aceite... Era imposible cargar con todo. Cancelé la entrega y me penalizaron. Me cayó un cero», cuenta Fernando, que ya ha recuperado puntos y está en 70 sobre 100, lo que le garantiza suficiente actividad. Pero su media de ingresos no llega a los 1.000 euros al mes.

Fernando reparte en bicicleta. Lo lógico en el caso de cargas más pesadas, o de entregas a mayor distancia, es recurrir a un rider que utilice coche o moto. «Si todos están ocupados, y solo queda el de la bici, si se niega a hacer la entrega lo penalizan. Y cuantas más penalizaciones, menos trabajas», aclara.

«Si te penalizan, no trabajas»

Los tres autónomos se quejan de que Vigo tiene una de las tarifas base más bajas de España, a pesar de las cuestas y de la climatología, y que se sitúa en los 2,5 euros por pedido. Esa cantidad se puede ir elevando con costes complementarios que se cargan al cliente, como 0,5 euros por cada minuto de espera al llegar al punto de entrega; y otros 0,5 por kilómetros recorrido.

El sometimiento a las normas de la empresa es total. «Hay pedidos de 2 euros o incluso por debajo de esa cantidad. Aunque no te compense, no puedes negarte. No se puede rechazar ningún pedido porque te penaliza».

Roque ilustra con su propia experiencia el grado de dependencia con la empresa de reparto. «Haces muchas horas, una media de trece al día. No todas son productivas, pero estás obligado a hacerlas. Recuerdo un día que en esas trece horas solo hice cuatro pedidos. Podría haber aprovechado el tiempo en otra actividad, trabajando. Pero si no estás conectado te penalizan y te quitan puntos, y si no tienes puntos no puedes hacer reparto», explica.

«No somos autónomos»

Mario completa el argumento: «Desde que empecé a trabajar en esto, en febrero, solo tuve un día libre en junio. Pero ni así me relajé, porque si faltas o coges un día libre, pierdes puntos».

Los tres trabajadores, cuya edad media ronda los 30 años, se sienten víctimas de una explotación a la que no les queda más remedio que someterse por falta de alternativas laborales. «Queremos que se legisle contra esto. No somos autónomos, estamos atados 364 horas al mes, 13 horas al día. Nosotros no tenemos clientes, trabajamos para los clientes de las empresas de reparto», denuncian.
Inspección ve una relación laboral encubierta de empresa y «riders»

El Gobierno de Pedro Sánchez ha decidido declarar la guerra al fraude de los falsos autónomos. Una de las principales batallas contra esta práctica ilegal se está empezando a librar en el sector de la mensajería y el reparto. Sindicatos y organizaciones de autónomos se suman a la causa que persigue combatir esta fórmula ilegal de vinculación laboral a una empresa. Ahí enmarca la demanda que el pasado día 2 de agosto presentó en Vigo la CUT, ante la Inspección de Trabajo, contra las prácticas laborales de la empresa Glovo. Inspectores de Trabajo ya se han personado en la oficina que tiene en la ciudad gallega esta empresa, cuya sede española se ubica en Barcelona, aunque sus más de 8.000 empleados dependen de un servicio de soporte telefónico con sede fuera del país, según aseguran sus trabajadores.

En la demanda, el sindicato denuncia una vinculación mercantil fraudulenta con los empleados. En otros puntos de España, Trabajo ha dictaminado en diversas resoluciones que las plataformas de reparto a domicilio Glovo y Deliveroo encubren una relación laboral de empleador y asalariado con sus riders.

Glovo y Deliveroo no están pensadas para contratar gente. No son empresas que presten el servicio sino que ponen en contacto al usuario final con un repartido. Deliveroo nace en el Reino Unido como una empresa que usa chavales a tiempo parcial que se quieren sacar unas pelas después del instituto o en los huecos de la Universidad. Y así son la mayoría de los "riders" en Inglaterra. Sin embargo en España la gente se toma a esas empresas como un empleo a tiempo completo, lo cual es entendible teniendo en cuenta que aquí la cuota de autónomos es de 270 euros al mes mientras que en el Reino unido es de 12 libras al mes. Lo ideal sería eliminar la cuota de autónomos y cobrar en proporción a los ingresos, pero nadie está por la labor en este país.

Falsos autónomos, verdaderos esclavos

   



viernes, 3 de agosto de 2018

Galicia, 17 contratos para que unha persoa saia do paro.




Son escandalosos os datos de xullo sobre afiliación e emprego en Galicia: no mes de maior contratación asináronse 118.568 contratos, mentres o paro baixa só en 6.653 persoas. Isto supón máis de 17 contratos por cada novo traballador, e non deixan lugar a dúbidas de que a precariedade e a explotación laboral seguen avanzando, e máis aínda se temos en conta que máis do 90% dos contratos son temporais. 

Chamamos a atención sobre o traballo na hostelería, un dos sectores con maior explotación e precariedade, e no que descenden as contratacións respecto a 2017, a pesar do aumento de turistas e do gasto público realizado en aumentar esta afluencia por parte da Xunta e dos principais Concellos. É evidente que a precariedade e a explotación non son unha prioridade política, e que os cargos actuais están cómodos con datos estatísticos de crecemento, que esconden un aumento da desigualdade e un panorama desolador para traballar en Galicia.