Tradicionalmente se nos viene repitiendo que las elecciones son la
fiesta de la democracia. Si así fuera, este año sería de fiesta total
puesto que en muchos lugares vamos a celebrar hasta cuatro elecciones:
municipales, autonómicas y europeas -que tocaban-, más la convocatoria
extra de elecciones generales.
Sin embargo, las elecciones, de por sí, no garantizan altos niveles de
democracia; a lo sumo una apariencia de legitimidad democrática. Aparte
del hecho de que haya elecciones hay que valorar la existencia de otros
cauces de participación y de control por parte de los ciudadanos. Estos
son escasos, y estamos lejos de formas de democracia más directa que
serían deseables y posibles. También hay que valorar las normas
electorales. Las últimas reformas no sólo no han favorecido una mayor
transparencia y apertura, sino que, entre otros aspectos, han
restringido el acceso a nuevos y pequeños partidos obligándoles, en las
elecciones generales, a cumplir una y otra vez un requisito de recogida
previa de firmas que dificulta sobremanera el pluralismo democrático.
Los partidos con representación no han hecho nada en este sentido, ni
siquiera los que se han interesado formalmente por una reforma de la ley
electoral. Su inicial predisposición ha quedado en agua de borrajas y
de hecho se han posicionado en contra de un sistema realmente
democrático y representativo de todas las sensibilidades de nuestra
sociedad.
Con todo, el elemento más importante para valorar la calidad de una
democracia es precisamente la cultura democrática de sus ciudadanos y
del principal instrumento de participación política institucional que
existe, los partidos políticos. Esa cultura se manifiesta, por ejemplo,
en la capacidad de diálogo, en la búsqueda del bien común por encima de
los intereses particulares o partidistas, en la lucha contra la
corrupción etc. etc. Y lamentamos comprobar que esa cultura está por los
suelos: predomina el populismo en todo el abanico de opciones
partidistas, la confrontación, el sectarismo, el simplismo en el
planteamiento de los temas, el descrédito al otro antes que una mínima
autocrítica, las propuestas de soluciones excluyentes…
El Partido SAIn lleva más de una década intentando elevar el tono
democrático en España desde un principio clave: la solidaridad.
Solidaridad que debería vertebrar las relaciones tanto entre todos los
territorios de España como con el resto de países del mundo, expresado
esto último en nuestro nombre como internacionalismo. Igualmente creemos
en una democracia autogestionaria que supere los actuales mecanismos de
representación por una participación activa y directa, más
transparente, más pegada al ciudadano.
El Partido SAIn intenta generar esta cultura democrática desde la
base de la sociedad, y por eso damos mucha importancia al trabajo desde
el municipio. Igualmente creemos que el contexto político europeo en el
que estamos integrados, debe tener, como principio fundamental, la
solidaridad tanto a nivel interno como externo, especialmente con las
personas más empobrecidas: parados y trabajadores precarios,
hambrientos, inmigrantes empobrecidos, refugiados… Concretándolo en la
defensa universal de derechos humanos fundamentales como el derecho a la
vida, al trabajo, la vivienda, la salud y la educación entre otros.
Por ello, en nuestros planes políticos para 2019 tenemos señalada la
fecha del 26 de mayo (elecciones municipales y europeas) como un hito
donde intentar transmitir este estilo y cultura democrática, y recabar
el apoyo y el compromiso de los ciudadanos con estos principios y con el
programa político que llevamos meses preparando.
Ahora nos encontramos con que el Sr. Sánchez ha convocado elecciones
generales primando su beneficio electoral y porque no ha podido sostener
lo que era insostenible desde el principio. Incluso incurriendo en la
irracionalidad -y el gasto- de convocar dos procesos electorales en
menos de un mes, en lugar de haber concentrado en una fecha todas las
elecciones. Y todos los partidos políticos del arco parlamentario están
cayendo en ese estilo populista, “trumpista”, extremista, rebajando aún
más terriblemente la calidad del sistema partidista español.
Y
todos lo aceptan porque cuentan con la maquinaria que les proporciona
el dinero de las subvenciones que salen de todos los bolsillos de los
españoles y que hace que de nuevo se pueda imponer la ley del más
fuerte. Es evidente que la actual situación social, territorial y
política de nuestro país precisa de tiempos y espacios adecuados para
el debate sereno, para el análisis profundo de las propuestas de cada
partido, para llegar a posturas y acuerdos comunes, sin embargo, nos
empujan a ejercer el voto más con las vísceras y las emociones que con
la razón, y a dimitir, una vez depositado el voto, de nuestra
responsabilidad en la construcción de nuestra sociedad.
Por todas estas razones, el Partido SAIn ha decidido no presentar
candidaturas a las próximas elecciones generales del 28 de abril. Son
evidentes las trabas y obstáculos que los partidos parlamentarios ponen a
los partidos pequeños como el nuestro, y hemos decidido que no vamos a
someternos a sus ritmos e intereses, sino que vamos a seguir nuestro
plan y trabajar desde abajo; construyendo despacio, pero seguro, con
calidad democrática; poniendo en primer lugar a los que más lo
necesitan: a los últimos, a los empobrecidos. Por eso, nos presentaremos
en mayo a las elecciones municipales en las localidades donde tenemos
implantación suficiente, y en toda España a las elecciones europeas. De
cara a las generales llamamos a que cada ciudadano en conciencia actúe
como considere más acertado. Nosotros seguiremos trabajando para poder
presentarnos también a próximas elecciones generales y colaborar a
construir una España auténticamente democrática y solidaria. Contamos
con todos aquellos que compartís estos planteamientos y queráis trabajar
para que crezcan en nuestra sociedad.
¡Viva la Solidaridad!