Entre muchas cosas a tener en cuenta destacaría:
1) Los responsables del sistema de la prostitución:
.-El Estado, el primer culpable porque lo permite. Sus leyes, que son opacas, colaboran a que esto ocurra. Parece que protegen a los hombres que explotan a las mujeres. El sistema es perfecto para el proxeneta, desde las leyes hasta la materia prima que recibe.
.-Los responsables políticos, en España "no existe una ley integral contra la trata, cuando es el país que más consume y un destino de turismo sexual. No hay voluntad política.
.-El proxeneta, que se lucra con la explotación, la tortura y el mal trato hacia las mujeres. Y lo peor es que muchos de estos hombres acaban asesinando a las mujeres".
.-El cliente, que paga por penetrar a una mujer que no le desea. Hombres que consumen prostitución sin importarles las condiciones de las mujeres que la ejercen.
.-La sociedad, que mira para otro lado y que repite el discurso del lobbie proxeneta: 'Si están así es porque ellas lo han elegido".
Aunque ellas no lo mencionaron nosotros sí lo hacemos. Destacar el silencio de los sindicatos. No luchan por erradicar la prostitución.
2) Las mujeres que acaban en la prostitución son víctimas de la industria del sexo, del sistema que lo mantiene.
Vale la pena ver las entrevistas y entender qué hay detrás de esta industria, de este negocio.
Agradecemos el testimonio de estas mujeres, tan importante, tanto en la denuncia como en la esperanza de que es posible salir de ahí.
Claramente todos, todos tenemos parte de responsabilidad. En Galicia, en tu ciudad y en la mía existen mujeres víctimas de la prostitución. La mayoría de las veces se pretende camuflarlo con eso de llamar "local de alterne" a lo que viene siendo "prostíbulo", pero bien en pisos, en locales o en la calle, existe.
En A Coruña hace poco quité del retrovisor de mi coche un anuncio de prostitución y los coches allí aparcados, cerca del estadio del Riazor también los tenían.
Trabajamos para acabar con cualquier tipo de explotación y la prostitución es una de ellas.
¡Solidaridad, por principio!